INTRODUCCIÓN

 

El mundo industrial está consumiendo a gran velocidad las reservas de combustibles fósiles no renovables que impulsan y mantienen los motores del comercio y de nuestro moderno sistema de vida. Al mismo tiempo, la quema de estos mismos combustibles en enormes cantidades ha conducido a un calentamiento de la atmósfera terrestre que amenaza nuestra propia supervivencia. La naciente crisis energética y el fenómeno global de invernadero con ella relacionado son el precio que la humanidad se ve ahora obligada a pagar por no haber atendido al imperativo entrópico.

Con el nacimiento de la Era Industrial, a mediados del siglo XVIII, el consumo de grandes cantidades de combustibles fósiles produjo un aumento espectacular del dióxido de carbono (CO2 ) en las regiones superiores de la atmósfera, frenando así la descarga de calor del planeta. El resultado es un calentamiento de la Tierra sin precedentes en la historia geológica. En 1750, la atmósfera terrestre contenía 280 ppm (partes por millón) de CO2 . En la actualidad, la atmósfera contiene 356 ppm A partir de 1860, aproximadamente, las naciones industrializadas han arrojado a la atmósfera más de 185.000 millones de toneladas de carbono procedentes de los combustibles fósiles. Durante el mismo período, las emisiones de dióxido de carbono han pasado de 93 millones de toneladas a casi 5.000 millones de toneladas anuales. Actualmente, los científicos calculan que la concentración de CO2 en la atmósfera llegará a doblarse hacia el año 2030, con el consiguiente aumento de las temperaturas mundiales hasta niveles sin precedentes. Las emisiones de dióxido de carbono debidas a la combustión de carbón, petróleo y gas natural representan casi la mitad del aumento del efecto invernadero.

Los clorofluorocarbonos (CFC) que se utilizan para refrigeración, recipientes de comidas rápidas y aerosoles son también gases invernadero que influyen significativamente en el calentamiento del planeta.

Los científicos predicen que las emisiones de óxido nitroso derivadas del empleo intensivo de abonos químicos aumentarán el calentamiento planetario hacia el año 2030 en un 10 o un 20 por ciento sobre los niveles previstos para las emisiones de dióxido de carbono.

La Revolución Verde también ha hecho que aumente la cantidad de gas metano liberado a al atmósfera, acentuando la tendencia al calentamiento global. El metano es producido por las bacterias que descomponen las sustancias orgánicas en ambientes deficientes de oxígeno.

En tanto que el dióxido de carbono, los CFC, el óxido nitroso y el metano impiden la fuga de calor de la Tierra, el efecto invernadero se ve aún más acentuado por la deforestación masiva en todo el planeta. Los árboles absorben enormes cantidades de dióxido de carbono. En el momento actual, el ritmo mundial de deforestación es diez veces superior al de reforestación.

 

DESARROLLO

El cambio ambiental más importante en los últimos siglos fue la acumulación del CO2 atmosférico.

El CO2 adicional en la atmósfera proviene de:

Además ha ido en aumento la concentración de otros gases como metano, CFCs, y óxidos de nitrógeno.

El contenido de CO2 en la atmósfera se mide en ppmv (partes por millón en volumen).

Aunque se producen grandes variaciones diurnas en la concentración de CO2 cerca del suelo (debido a la fotosíntesis y al consumo de combustibles) el gas está bien mezclado en la atmósfera baja. Su concentración es casi igual en todos los niveles en ambos hemisferios.

Desde 1958 se ha registrado un aumento año a año en todo el mundo.

Durante la década de los ´80 la tasa de aumento fue del 4% por década, en los ´90 hubo una disminución pero se ha recuperado.

Son muy pocos los cambios ambientales globales de tal magnitud que se han medido efectivamente.

 

 

 

 

 

 

 

Ciclo geoquímico del Carbono (figura 1)

El ciclo geoquímico del Carbono regula la transferencia del mismo entre la tierra, los océanos y la atmósfera. Las plantas toman el CO2 de la atmósfera, fijándolo en el suelo, donde se combina con el agua para formar el ácido carbónico (H2CO3). Éste ácido meteoriza los minerales del grupo de los carbonatos y de los silicatos

(CaCO3 y CaSiO3, respectivamente) para producir iones bicarbonato (HO3 -), iones calcio y sílice disuelto (SiO2), los cuales, transportados por los ríos, llegan hasta los océanos, cuya fauna sintetiza nuevamente los iones calcio y bicarbonato en carbono cálcico, liberando CO2, que retorna a la atmósfera. La meteorización de las rocas carbonatadas no representa una pérdida neta de CO2 atmosférico. Si bien los iones bicarbonato y calcio producidos durante la meteorización de los silicatos también se combinan para formar carbonato cálcico, en éstas reacciones sólo la mitad del CO2 de la atmósfera vuelve a ella, dando como resultado una pérdida neta de CO2 atmosférico. El equilibrio se restablece en lo profundo de la Tierra, donde el carbonato cálcico y el dióxido de silicio reciben calor suficiente para producir silicato cálcico y CO2. Éste CO2 retorna a la atmósfera.

 

Efecto Invernadero

El aire es útil en más de una forma. Sin la atmósfera, la temperatura promedio global sería de –18° C, distinta a los 15° C que hay en la actualidad. Toda la radiación solar que penetra en la atmósfera, incidiría en la superficie terrestre causando la emanación de rayos infrarrojos como un gran radiador y nada impediría que el calor regresara al vacío.

Es el papel de la atmósfera retener parte de ese calor reflejado. Ésta contiene una serie de gases (vapor de agua, CO2, CH4 y otros) absorbentes de la radiación infrarroja emanada de la superficie terrestre. Conforme aumenta la temperatura de estos gases, parte del calor que irradian desciende de nuevo a la superficie. A este efecto se lo conoce como efecto invernadero y en gran medida se debe al principal de los gases incidentes, el vapor de agua.

Los seres humanos ejercen poco control directo sobre el volumen de agua en la atmósfera, pero producen otros gases de efecto invernadero. Por ejemplo, el incremento de CO2, producido por la quema de combustibles fósiles, es 30% mayor que antes de la revolución industrial.

 

Efecto invernadero: un enfoque entrópico

 

La visión moderna del mundo está siendo controvertida por primera vez a consecuencia de la crisis energética a largo plazo y la creciente crisis del efecto invernadero. Estas realidades nos obliga a replantearnos muchos axiomas básicos que constituyen los supuestos operativos fundamentales de la Era del Progreso.

La Ley de la Entropía es la segunda ley de la termodinámica. La primera ley declara que la materia y la energía del universo son constantes, que no pueden ser creadas ni destruidas. Su forma puede cambiar pero nunca su esencia. La segunda ley, la Ley de la Entropía, afirma que la materia y la energía solo pueden cambiar en un sentido, a saber, de utilizable a inutilizable, o de disponible a no disponible, o de ordenado a desordenado. En esencia, la segunda ley dice que todo lo que hay en el universo comenzó con estructura y valor y está moviéndose irrevocablemente hacia el caos y el desecho. La entropía es la medida de hasta que punto la energía disponible en cualquier subsistema del universo está cambiando a una forma no utilizable. Según la Ley de la Entropía, cada vez que se crea una apariencia de orden en cualquier punto de la Tierra o del universo, esto sucede a costa de crear un desorden aún mayor en el ambiente circundante.

A medida que nos vayamos acercando a la divisoria entrópica del petróleo y del gas natural (estamos a punto de acabar con las reservas "disponibles" de energía no renovable, hacia el año 2025 se habrá consumido casi el 88% de las reservas originales de petróleo, y hacia el 2050 los suministros mundiales de petróleo y gas estarán agotados), lo más probable será que la industria tienda a basarse cada vez más en el carbón. Más importante todavía, la creciente dependencia del carbón como fuente de energía conducirá a un enorme incremento en la cantidad de CO2 enviado a la atmósfera, lo que agravará el efecto invernadero y la tendencia global al calentamiento del planeta.

Asimismo, la Ley de la Entropía nos dice también que cada vez que aumentamos el nivel de energía consumida por el trabajo humano o mecánico, la disminución de entropía o valor añadido al producto final provoca un aumento aún mayor del desorden en algún lugar del entorne general. Por consiguiente, mientras se siga midiendo la productividad en forma de velocidad por unidad de producción, se gastará más energía de la necesaria para convertir los recursos naturales en productos económicos, y este aumento en el flujo de energía ocasionará un mayor desorden o acumulación de entropía, que deberá ser pagado por la sociedad de un modo u otro.

La acumulación de gases invernadero en la atmósfera terrestre y la tendencia al calentamiento global son el resultado de la negativa de nuestra civilización a equilibrar sus programas de producción y consumo con los programas de reciclaje de la naturaleza. Hemos estado enviando a la atmósfera CO2 , NO2 , gases CFC y uretano a un ritmo superior a la capacidad terrestre para absorberlos y reciclarlos, y así hemos creado una crisis mundial ecológica y económica de proporciones sin precedentes. Los ecosistemas se mantienen lo más cerca posible de un estado estable (las leyes de la termodinámica nos dicen que es imposible alcanzar un estado de equilibrio perfecto). Todo el proceso de conversión de baja entropía se desarrolla a una velocidad proporcional a la capacidad del sistema para mantener un relativo equilibrio entre producción, consumo y reciclaje. La actividad económica consiste sencillamente en una intervención humana en el ciclo ecológico, intervención que toma recursos de baja entropía, los convierte en productos de utilidad temporal y los elimina devolviéndolos al ciclo ecológico en forma de residuos de alta entropía.

Las leyes de la termodinámica nos dicen que el reciclaje de metales y materiales orgánicos suele ser más eficiente, en cuanto a la energía utilizada, que extraer las materias primas de la mina o cultivar los recursos biológicos a partir de la semilla. Por ejemplo, reciclar una sola lata de aluminio puede ahorrar el equivalente de media lata de gasolina, sólo consume el 5 por ciento de la energía que haría falta para producir la misma lata a partir de la bauxita y reduce la contaminación atmosférica en un 95 por ciento. El reciclaje ya proporciona anualmente alrededor de la mitad de la demanda mundial de antimonio, una tercera parte de la demanda de hierro, plomo y níquel, y una cuarta parte de las necesidades de mercurio, plata, oro y platino. El reciclaje de los productos de papel y otros materiales orgánicos también permite ahorrar energía y reducir las emisiones de CO2.

 

Gases de Efecto invernadero

Entre los gases que producen el efecto invernadero (GEIs) se encuentran el dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidroclorofluorocarbonados, perfluorocarbonados y hexafluoruro de carbono. El vapor de agua, si bien es el más importante de los GEI, no es afectado por la actividad antrópica en sus concentraciones en la atmósfera. Otros gases como el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno distintos del N2O, los compuestos orgánicos distintos del metano y el óxido de azufre no tienen actividad directa como GEI pero actúan como precursores del ozono.

 

Tendencia de las emisiones.

 

Entre 1990 y 1994 se registró un aumento del 13% en las emisiones de GEI, en tanto que entre 1994 y 1997 dicho aumento fue del 12% totalizando un incremento para el período 1990-1997 del 25%. El año 1997 marcó un pico en el incremento de la actividad económica aunque se observa una marcada declinación en la tendencia del aumento de emisiones de GEI. Ello se debe a varios factores entre los cuales los más importantes son: el aumento de la capacidad de generación eléctrica con tecnologías menos contaminantes, como las del ciclo combinado, la renovación del parque automotor con modelos más evolucionados y la reducción del rebaño vacuno.

 

Emisiones de dióxido de carbono.

 

La principal fuente de emisión de CO2 es la quema de combustibles fósiles, con emisiones de alguna significación en el sector industrial y emisión por parte de las prácticas que hacen al cambio del uso del suelo y la forestación. Éstas prácticas son: la conversión de bosques a tierras agrícolas o ganaderas, el uso de los bosques para la obtención de maderas o derivados, la forestación y la reforestación, el abandono de tierras agrícolas que revierten a masas forestales y las prácticas agrícolas que afectan el uso del suelo.

Las actividades relacionadas con la producción de energía acumulan el 51% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. El principal gas emitido es el CO2, con emisiones menores de CH4 y N2O. El grueso de las emisiones proviene de la quema de combustibles fósiles, en tanto que una parte proviene de las emisiones fugitivas.

El proceso de combustión provoca la liberación del C almacenado en los combustibles, el cual es casi completamente liberado a la atmósfera como CO2. La mayor parte de los combustibles usados son petróleos y sus derivados y gas natural por partes casi iguales con una mínima participación del carbón mineral. La mayor parte del petróleo es usada por el sector transporte en tanto que el gas es usado con más intensidad en el sector residencial e industrial.

 

Emisiones de metano.

 

El metano es el segundo en importancia de los gases de efecto invernadero. Su importancia se acentúa dado que su poder de calentamiento global es 21 veces superior al CO2. Las fuentes del metano son: (1) la fermentación de materia orgánica en ambiente anaeróbico, (2) las emisiones fugitivas de los sistemas de gas y petróleo y la minería del carbón y (3) algunos procesos industriales

De éstas contribuciones la más importante es la del sector agropecuario que contribuye con el 68% de las emisiones de metano, siendo la principal fuente la fermentación entérica del ganado, mayormente el bovino. Otras fuentes menos importantes son el cultivo del arroz y la quema de residuos agrícolas.

 

Emisiones de óxido nitroso.

 

Si bien las emisiones del N2O son bastante menores que la de los GEI anteriores, su potencial de calentamiento global es 310 veces mayor que la del CO2 y contribuye en el 22% al efecto invernadero . Los sectores que contribuyen con la emisión de N2O son la quema de combustibles fósiles en los motores de combustión interna, las prácticas agropecuarias, la producción de ácido nítrico y las aguas cloacales. El 95% proviene de las prácticas agropecuarias, con emisiones mucho menores por parte de las demás fuentes.

Emisiones de HFC y PFC.

 

Se supone que el uso de HFC y PFC ha aumentado en los últimos años como reemplazante de los CFCs, sustancias agotadoras de la capa de ozono. Otras fuentes emisoras son algunos procesos industriales, tales como la siderurgia del aluminio que emite CF4 y C2F6.

 

Emisiones de precursores del ozono.

 

El CO es emitido por la combustión incompleta de diversos combustibles, los NOx (NO y NO2) son producidos por combustión en las cuales hay contacto con el aire, los COVDM (etano, propano y butano) son emitidos por el sector transporte y algunos procesos industriales y el SO2 proviene de la destilación del petróleo y de ciertos procesos industriales.

 

Efectos y consecuencias.

 

Consecuencias

No hay certidumbre acerca de los resultados futuros pero las principales consecuencias serían:

En cuanto a la elevación del nivel del mar, no sólo amenaza a los pobladores costeros sino que también pone en peligro a muchas especies.

Si bien el derretimiento de los casquetes polares todavía no eleva el nivel del mar, pone en peligro a las poblaciones de pingüinos y afecta a la navegación y a especies clave como el krill, que no es de aguas termales.

 

Consecuencias sobre el clima

 

Los modelos computarizados de los cuales se basan los científicos para pronosticar las consecuencias del efecto invernadero no son del todo precisos. Algunos aspectos del cambio climático siguen siendo un misterio.

Un calentamiento previsto en aproximadamente 1° C a 3,5° C para los próximos 100 años, llevaría a la emanación de mucho más vapor de agua a la atmósfera (casi un 6% más por cada grado centígrado que aumente la temperatura); esto provocaría mayor precipitación en todo el mundo y probablemente un clima más extremosos en general.

El efecto de las ondas de calor puede agravarse si el suelo tiene menos oportunidad de enfriarse durante la noche. Sin embargo, el aumento de la temperatura podría ser consecuencia de las fluctuaciones naturales de la temperatura global promedio de la atmósfera, que ha variado hasta 6° C en los últimos 150 mil años. El clima sufre variaciones al paso de miles de años debido a cambios periódicos en la radiación de la energía solar y en la órbita e inclinación de la Tierra, que influyen en la cantidad e intensidad de la luz solar que llega a la superficie.

Es posible que alrededor de 1860, cuando los científicos empezaron a realizar las primeras lecturas confiables de la temperatura, el planeta todavía se estuviera recuperando de la pequeña edad del hielo. El calentamiento actual podría ser la continuación de esa reacción.

Para muchos científicos, los puntos críticos son la magnitud y la velocidad del cambio climático. Mientras han ocurrido varios cambios de temperatura desde finales de la última edad del hielo hace unos 10 mil años, el calentamiento del siglo XX de medio grado centígrado es extraordinariamente vasto, abrupto y extenso.

 

La subida de los mares

 

A partir de la década de los ochenta los científicos empezaron a vincular el calentamiento global con la subida, en varios metros, del nivel del mar. Este ascenso podría llegar por varios caminos, todos ligados al calentamiento de la superficie de la Tierra; la mayoría de los expertos consideraban ese calentamiento una inevitable consecuencia de la creciente emisión atmosférica de dióxido de carbono y otros gases "de invernadero", capaces de aprisionar el calor.

En primer lugar, el calentamiento de la atmósfera resultante del efecto de invernadero terminaría por inducir un aumento de la temperatura de los océanos. Ahora bien, el agua del mar, igual que la mayoría de las substancias, se dilata al calentarse; por ello, podría bastar la dilatación térmica del océano para elevar el nivel del mar en unos 30 centímetros o más en los próximos 100 años.

Un segundo motivo de preocupación tiene que ver con lo observado en muchos valles alpinos. Alo largo del último siglo, si no desde antes, los glaciares de la montaña se han venido contrayendo; su agua, que alimenta arroyos y ríos, ha ido a engrosar el mar. Tales aguas de fusión del hielo pueden haber incrementado el océano en hasta cinco centímetros en los últimos 100 años; con toda probabilidad, semejante aflujo continuo elevará el nivel del mar más rápidamente en el futuro.

Pero es la tercera amenaza la que ha traído la preocupación más honda. Hace más de 30 años algunos científicos empezaron a pronosticar que el calentamiento global podría provocar la fusión de la reserva helada de la Antártida, muy inestable, conduciendo a una calamitosa subida del nivel del mar: tal vez de hasta cinco o seis metros.

Finalmente, mientras la capa de hielo de la Antártida Occidental no sufra profundas alteraciones, el problema real con el que se enfrentan las regiones costeras será el de la incidencia del calentamiento de invernadero sobre los fenómenos extremos del tiempo local y la intensidad de las oleadas catastróficas

 

Efectos positivos

 

Para el hemisferio norte habría efectos positivos, ya que será menor el costo de calentamiento en invierno (inviernos menos rigurosos), temporadas más largas de crecimiento de cultivos y navegación más fácil y durante un mayor período en mares nórdicos, lo cual facilitará las condiciones para la extracción submarina de petróleo y gas.

 

Consecuencias en la agricultura argentina

 

En lo que concierne a la parte agrícola, un estudio realizado en 1995 por el INTA señala que una duplicación en el CO2 atmosférico y un aumento de más de 5ºC en la temperatura llevarían a una baja de entre 5 y 10% en la cosecha de trigo en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe y Entre Ríos, pero subiría en un 15% en el sur de la Pampa húmeda.

Además, reduciría el ciclo de crecimiento de cultivos en unos 24 días promedio.

También se prevee un aumento en el rendimiento de la soja pero una merma en el maíz en la zona pampeana.

Como conclusión, estos trabajos –realizados mediante modelos de simulación que combinan variables climáticas y agrícolas- sugieren que convendrá trasladar los principales cultivos hacia el sur de Buenos Aires para aprovechar las posibles alteraciones en el clima. Asimismo, es conveniente implementar tecnologías conservacionistas en el manejo del suelo.

 

Aumento de temperatura y salud.

 

Una de las consecuencias del aumento de la temperatura es el aumento en la población de mosquitos, los cuales se reproducen rápidamente en ambientes más cálidos. Éstos transmiten enfermedades como la malaria, dengue, fiebre amarilla y varias clases de encefalitis. Además, las inundaciones y sequías causadas por el calentamiento global pueden ambas ayudar a desencadenar epidemias creando condiciones de reproducción para otros insectos.

 

Medidas propuestas y soluciones tomadas.

 

Medidas de control

 

Las principales medidas tendientes a mitigar el efecto invernadero son:

En lo referente a la primer medida, esto es, la reducción de las emisiones de CO2, hay varias propuestas concretas en el mercado automotriz alemán.

Por un lado está el Necar (New Electric Car) diseñado sobre la base del Clase A de Mercedes Benz y por otro lado, el Opel Zafira de GM.

Los dos son autos eléctricos que funcionan en base a hidrógeno. No obtienen electricidad de una batería sino que la generan en forma autónoma.

Hay dos opciones. Una es equipar al auto con tanques de hidrógeno, lo cual acarrea problemas de seguridad ya que la mezcla de hidrógeno y oxígeno es potencialmente explosiva.

Otra opción es obtener hidrógeno a partir de metanol y agua.

Una vez obtenido el hidrógeno, se lo somete a una conversión electroquímica (en celdas) que produce energía eléctrica para la propulsión del auto y agua.

La celda contiene un electrolito, un ánodo y un cátodo. El hidrógeno fluye en el ánodo separándose en electrones y protones, cuyo movimiento produce electricidad. Finalmente los electrones se combinan con oxígeno y protones en el cátodo para formar agua que sale en forma de vapor.

El voltaje de esta celda es de aproximadamente 1 volt, por lo que se conectan varias de ellas en serie.

En el caso que se use metanol sí se libera CO2, pero en niveles inferiores a los de los motores diesel de última generación. De todas maneras, el Necar llega a cero emisión de CO.

Opel y otras empresas automotrices europeas están comprometidas a reducir las emisiones de CO2 en ¼ para el 2008.

Además de estos autos a hidrógeno, existe la alternativa de la energía solar, Honda ha diseñado un prototipo con celdas solares.

 

 

Confinamiento de los gases de invernadero.

 

En los últimos 50 años, desde los principios de la Era industrial, la concentracón atmosférica de CO2 ha crecido casi un tercio, de 280 a 370 ppm. Si bien éste no es el único gas de efecto invernadero emitido, contribuye en dos tercios al calentamiento global.

El CO2 permanece en la atmósfera durante 100 o más años si se deja actuar a los factores naturales. Por lo tanto hay que recurrir a distintas técnicas para poner freno a la corriente acumulación de éste gas y demás gases de efecto invernadero.

Una de éstas técnicas atrae la atención: consiste en confinar el CO2 en depósitos de almacenamiento, capturándolo de fuentes estacionarias, una planta química o una central eléctrica, e inyectándolo en el fondo del océano o enterrarlo bajo el suelo.

En el mar del Norte, a unos 240 Km de la costa de Noruega, se ubica el yacimiento de petróleo y gas natural de Sleipner. Desde una de las plataformas de extracción del gas natural se inyectan 20000 toneladas de CO2 por semana en los poros de una capa de piedra arenisca a 1000 metros por debajo del fondo marino. Éste fue el primer caso de reclusión de CO2 en una formación geológica por razones ambientales.

¿Cómo se llegó a éste proyecto?. Las reservas del yacimiento contienen gas natural con un 9% de CO2 diluido, proporción excesiva para clientes, que no suelen aceptar más del 2,5%. Por eso, igual que en otras explotaciones de gas natural, hay una factoría química anexa que extrae el CO2 sobrante. En cualquier otra instalación, éste CO2 se emite a la atmósfera sin más contemplaciones. Pero los propietarios del yacimiento Sleipner decidieron sepultar el gas de invernadero, tras comprimirlo y bombearlo por un pozo hasta la formación de Utsina, una capa de arenisca de 200 metros de espesor que originalmente contuvo agua salada. En 1999 se enterraron casi 1.000.000 de toneladas de CO2, para un país como Noruega esto supone alrededor del 3% de las emisiones totales de gases de invernadero a la atmósfera.

Las formaciones geológicas ofrecen gran potencial de almacenamiento, el mayor depósito imaginable de CO2 antropogénico está en las profundidades de los océanos. Aunque los humanos añadieran al océano una cantidad de CO2 equivalente a duplicar la concentración atmosférica preindustrial de éste gas, el contenido de C de las aguas profundas sólo varía en menos del 2%.

Hay dos maneras de introducir CO2 en el agua del mar: disolverlo a profundidades moderadas (de 1000 a 2000 metros) para formar una solución diluida o inyectarlo por debajo de los 3000 metros, para crear un lago de CO2. Se han propuesto también otros métodos de inyección, tales como arrojar hielo carbónico seco al mar desde barcos, introducir CO2 a 1000 metros de profundidad a través de un tubo remolcado por un barco y tender tuberías hasta depresiones del lecho marino, a 3000 o más metros de profundidad.

Además de las cuestiones de viabilidad y seguridad ecológica, hay que considerar la inversión económica.

La etapa más costosa de ésta técnica es la de concentrar el CO2 presente en las emisiones, de ahí el interés en crear técnicas que reduzcan dicho coste. El equipo actual

para capturar CO2 emitido por centrales térmicas elevaría desde un 50 a un 100% los costes de la electricidad.

¿Qué tiene que ocurrir para que la separación de CO2 sea una práctica habitual?

En primer lugar es preciso comprobar la viabilidad de los lugares de almacenamiento propuestos. Seguidamente la industria y el gobierno han de patrocinar la demostración de éstas técnicas a escala amplia. Por último necesitamos refinar la técnica para reducir los costes de la separación del CO2 en las centrales térmicas. El proyecto Sleipner ha demostrado que la separación de Carbono constituye una opción realista para reducir las emisiones de CO2.

 

Aspectos legales

Argentina ha ratificado la Convención Marco de la Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC). El objetivo de la Convención es: "lograr... la estabilización de las concentraciones de los gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que pueda prevenir interferencias antropogénicas peligrosas para el sistema climático." Las partes de la Convención se comprometen a desarrollar y actualizar en forma periódica inventario de las emisiones y remociones antropogénicas de todos los gases de efecto invernadero, usando metodologías comparables. El Panel intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) aprobó en su duodécima Sesión, realizada en Ciudad de México, entre el 11 y el 13 de septiembre de 1997, las "Pautas del IPCC para los inventarios de gases de efecto invernadero, revisión 1996", que permiten asegurar que los inventarios presentados a la UNFCCC sean consistentes y comparables entre países. La información presentada en éste inventario fue tratada según esta metodología excepto en aquellos casos en los que se lo hace notar especialmente.

 

Protocolo de Kyoto

 

Este Protocolo propone reducir las emisiones un 5.2% entre 2008 y 2012, con respectoa los niveles registrados en 1990.

El argumento de los países industrializados fue que imponer porcentajes de reducción altos sería perjudicial para su economía, mientras que los ecologistas alertaban sobre un calentamiento de entre 0.9 y 2.6°C para el 2050.

Los mecanismos para la reducción de los gases que provocan el efecto invernadero constituyeron uno de los puntos de mayor conflicto, junto con el mecanismo de financiación de actividades industriales menos contaminantes en los países en vías de desarrollo.

Entre los mecanismos anteriores figuran:

 

CONCLUSIÓN

 

Puede concluirse que "el fin de la era de la energía no renovable, por tanto, presagia también el fin de la Era Industrial" , todos los países industrializados existen únicamente en razón de la base de energía no renovable de la que dependen sus economías.

La tendencia global al calentamiento, o efecto invernadero, no se puede contrarrestar eficazmente a corto plazo. Sin embargo, sí puede reducirse su velocidad en la medida suficiente para proporcionarnos unos cuantos decenios más de tiempo para adaptarnos a este cambio crítico en la economía y el clima del planeta. La posibilidad de disponer de este precioso tiempo bien puede representar la diferencia.

El efecto invernadero no tiene una rápida solución tecnológica. La única salida consiste en eliminar las fuentes del problema. Los científicos de todo el mundo coinciden en que la primera medida a aplicar es una reducción drástica en el uso de combustibles fósiles –carbón, petróleo y gas natural- que producen las emisiones de CO2. El objetivo que se pretende alcanzar es una reducción del 50 por ciento o más en el uso de combustibles fósiles para el año 2015. Para lograr este objetivo, los gobiernos deberían establecer programas para aumentar la eficiencia en el aprovechamiento de la energía. Para que esta iniciativa sea fructífera es imperativo parta de los países más industrializados del hemisferio norte, como ser los Estados Unidos.

Sin embargo, para reducir el consumo de combustibles fósiles a la mitad en menos de tres decenios tendrá que producirse un giro radical en las prioridades económicas, militares y políticas, un giro de alcance tan extraordinario que exigiría un esfuerzo de movilización mundial a una escala nunca vista en la historia. La tarea resulta aún más difícil si se tiene en cuenta que muchos economistas calculan que las emisiones de CO2 tendrán que multiplicarse por dos en los próximos decenios para poder dar cumplimiento a las previsiones de desarrollo económico.

Asimismo un programa global para mejorar el aprovechamiento energético permitiría ahorrar billones de dólares en gastos de energía innecesarios y reducir considerablemente la cantidad de CO2 enviada a la atmósfera. Reciclar residuos es otra forma de reducir el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de CO2. Finalmente cabe concluir que la sociedad industrial y urbanizada está específicamente diseñada para maximizar el flujo de energía. En vista de este dato básico de la vida moderna, las medidas de conservación dentro de la infraestructura energética actual sólo pueden servir como un paso intermedio, de adaptación, en el camino hacia un futuro de baja entropía.

 

Modelo informatizado del ciclo geoquímico del carbono. Éste modelo permite cuantificar los procesos expuestos en la figura 1. Las rocas que se ven afectadas por la meteorización química (compuestos de dolomita, calcita y silicatos) están representados sobre fondo naranja, mientras que el marrón corresponde a la materia orgánica. Nótese que en el modelo están incluidas las reacciones en las que se ven involucradas el calcio y el magnesio. Los productos de meteorización van a parar al océano, donde la sedimentación y el enterramiento del carbonato cálcico dan como resultado la liberación del CO2. Los flujos en los que toma parte el CO2 se representan en verde. Las líneas relacionadas con la dolomita se han representado discontinuas, puesto que, si bien estos procesos fueron importantes en el pasado, ya no lo son.